1ra Reunión: ponencias y resúmenes

Índice
"Crónica de un encuentro anunciado" : resumen de la 1ra reunión
Adhesiones
Ponencias:

  • "La ardiente impaciencia: el trabajo bibliotecario concebido como compromiso social y político", por Javier Gimeno Perelló
  • Comisión Promotora Pro-sindicato de Trabajador@s de Unidades de Información
  • Organizarse en un sindicato es el camino. La experiencia sindical en ATE-CONICET y la defensa de las bibliotecas y de los trabajadores. Por Delegados de la Junta Interna ATE-CONICET
  • Ponencia de Horacio González (Director de la Biblioteca Nacional)





Crónica de un encuentro anunciado

El pasado sábado 24 de abril, durante más de nueve horas, bibliotecarios y trabajadores de bibliotecas de Salta, Córdoba, Santa Fe, Gran Buenos Aires y Capital Federal debatieron sobre la situación política, laboral y cultural de los trabajadores de la rama.



El debate se realizó en el aula Manuel Selva de la Biblioteca Nacional, en un clima agradable donde unos cincuenta participantes pudieron debatir y discutir libremente, algo poco común en las conferencias bibliotecológicas de nuestro país.
Se trataron temas1 como las Brigadas Internacionalistas Solidarias de Bibliotecarios -con el aporte de dos bibliotecarios que participaron de las mismas en Bolivia-, y el papel de los bibliotecarios en la realidad política nacional, como así también la necesidad de organizarse.
Miembros de la Comisión Pro Sindicato de Bibliotecarios, argumentaron sobre por qué es necesario organizarse gremialmente y señalaron los avances logrados hasta el momento. Los compañeros Delegados Sindicales de ATE/CONICET relataron su experiencia gremial y la lucha por la democratización del Consejo -en 52 años de vida no tuvo paritarias, entre otros-. Además intervino en los debates Horacio González, Director de la Biblioteca Nacional, quien expuso y discutió con los bibliotecarios y trabajadores de bibliotecas presentes el papel político de las bibliotecas y sus trabajadores, la ponencia incluyó temás de diversa índole (desde la antigua profesión del bibliotecario; el rol de Mariano Moreno y Paul Groussac en la Biblioteca Nacional; la informatización de las bibliotecas ; el libro como objeto y símbolo cultural re-significado hoy como “ítem”, etc.)
Lamentablemente, por razones técnicas, la videoconferencia con el CEBI (Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social, México) fue suspendida.


Entre los hechos concretos, para continuar el trabajo de la “Corriente...”, se estableció:
  • Organizar una reunión hacia fines de junio en el interior del país 
  • Organizar comisiones que estudien y traten diferentes temas políticos, sindicales y culturales que preocupan a los trabajadores de bibliotecas
  • Invitar a los trabajadores de bibliotecas a formar parte de las comisiones que serán presentadas y organizadas en la próxima reunión
Varios se pronunciaron sobre la necesidad de un cambio del paradigma anglosajón y neoliberal que domina el pensamiento de muchos bibliotecarios, como la necesidad de discutir las ideas de marketing y comercio que han inundado la profesión en los '90. Además se criticó a la actual Asociación de Bibliotecarios Graduados de la Rep. Arg (ABGRA) que censuró en su lista de correos la invitación a la charla.
La censura fue vencida y el evento recibió adhesiones de diferentes organizaciones de bibliotecarios latinoamericanos y españoles que luchan por el cambio social. Resaltamos que uno de los hechos más significativos de la reunión fue que los concurrentes pudieron expresarse y debatir libremente sobre la realidad académica, laboral, sindical y política en la que se encuentran nuestras bibliotecas.




Adhesiones a la 1ra Reunión


La reunión que tuvo lugar el pasado sábado 24 de abril en la Biblioteca Nacional, contó con diversas adhesiones: Luis Oporto (Director de la Biblioteca y Archivo Histórico del Congreso Nacional de Bolivia) ; la Asociación Nacional Bolivariana de Trabajadores de Bibliotecarios de Venezuela, y la del profesor de bibliotecología español Pedro López (de la Universidad Complutense).

Un saludo desde Bolivia
El director de la Biblioteca y Archivo Histórico del Congreso Nacional de Bolivia, Luis Oporto, expresó a través de un correo electrónico que “con gusto envío, como adhesión, mi criterio expuesto en la entrevista que me tomó el periódico gubernamental Cambio, publicado en su edición de hoy 23 de abril de 2010”. Luego señaló en el mail: “esta noche hablaré de este tema, en la Sesión de Honor en homenaje al Día del Libro, organizado por el Comité Departamental de Clubes de Libro de La Paz, en el Salón de la Revolución de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Deseo éxito en la sesión que realizarán el sábado en esa capital”.

Saludos Madrileños1
El español Pedro López, en un mail enviado a Norma Cancino, expresó:
(...) No hay margen de tiempo para redactar un saludo formal y someterlo a la consideración del colectivo, de manera que por mi parte sólo puedo trasmitirte unas palabras de simpatía a la iniciativa de vuestra reunión intitulada "Hacia una Corriente de Trabajadores en Bibliotecas por el Cambio Social". Me parece una audaz iniciativa, y además veo en los títulos del programa una implícita declaración de intenciones con la que no puedo estar más de acuerdo. La apertura bajo el lema "Otra Bibliotecología es posible", la creación de una Corriente de Trabajadores en Bibliotecas por el Cambio Social, la presencia (aunque no sea física) de miembros de nuestro colectivo como Felipe Meneses, Javier Gimeno o tú mismo... todo ello hace evidente la sintonía entre el espíritu que anima esa reunión y los objetivos de nuestro colectivo. En el homenaje al que asistí esta tarde se puso de relieve la importancia de comprender el mundo en que vivimos para transformarlo. Yo no veo incompatibilidad, sino más bien complementariedad, entre el trabajo intelectual de análisis de la realidad social y el propósito de cambiarla para llegar a un mundo más justo, equilibrado y pacífico. Si nuestra actitud personal y profesional se queda en mera contemplación pasiva de esa realidad, nos hacemos cómplices, en mayor o menor medida, de los graves daños que el neoliberalismo depredador está infligiendo a la Humanidad.
Como docente en Bibliotecología y como activista de derechos humanos, valoro extraordinariamente el papel de bibliotecarias y bibliotecarios como vosotros, entregados a la profesión bajo un enfoque progresista y comprometido”.

Desde Venezuela
La Asociación Nacional Bolivariana de Trabajadores Bibliotecarios, por su parte, envió el siguiente saludo:


“KAMARADAS, reciban un patriótico, bolivariano e internacionalista saludo revolucionario, por tan magno evento en pro de los trabajadores bibliotecarios de su país. Lugar común de luchas por la revolución comunista mundial... Para un Comunista revolucionario su patria es aquel lugar donde lo requieran y su familia los kamaradas de ruta y momento. Desde las tierras del Alba nuestroamericano recibimos con orgullo, la invitación a participar en sus ¿vuestras? reuniones. Con placer, gusto y calor de Kamaradas, estaríamos allí de no ser por la magnitud de la distancia geográfica, pero aun así estaremos en ideas y corazón revolucionario.
Reservennos un lugar con un letrero y ponganle: REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. ASONATRABI (Asociación Nacional Bolivariana de Trabajadores Bibliotecarios).

CON EL TEXTO:
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE...VENCEREMOS !!!
Y ASEGURAMOS QUE NUESTRA PRESENCIA NO SERA TAN VIRTUAL.
Gracias...

 Inventamos o Erramos
ASONATRABI
(Asociación Nacional Bolivariana de Trabajadores Bibliotecarios)”
 

1Las Negritas son nuestras



Ponencias


La ardiente impaciencia: el trabajo bibliotecario concebido como compromiso social y político

Javier Gimeno Perelló
Bibliotecario Universidad Complutense de Madrid
Miembro fundador de BRISAL. Brigadas Internacionalistas Solidarias con las Bibliotecas y Archivos de América Latina.

El modelo socioeconómico cultural que domina, salvo contadas excepciones, el mundo, este capitalismo neoliberal globalizador que adquiere naturaleza de capitalismo cognitivo de la mano de la llamada sociedad de la información o economía de mercado del conocimiento, nos aboca sin remedio por los derroteros de la ignominia con nombres de guerras, de hambrunas, de destrucción y miseria, cuyo camino acaso sin retorno está tomando la humanidad desde tiempos inmemoriales.


Barbarie, Ley de la selva, del sálvese el más fuerte que pueda al modo Terminator, en una suerte de selección natural mal entendida, que nos obliga a muchos a organizarnos en diferentes ámbitos frente a esa vesania sin límites.


Quienes trabajamos en torno a la cultura, al libro y a la información y la difusión del conocimiento no podemos ni queremos permanecer impasibles y neutrales ante tales derroteros.

Porque somos conscientes de que esta vorágine de ignominia y destrucción no sólo va a afectar decididamente al mundo de la cultura, de la ciencia, la creación o el pensamiento; ya infiere al conjunto de la humanidad y de nuestro planeta la pérdida de miles de vidas inocentes, una degradación moral y ecológica sin precedentes, además de ahondar de modo irremediable en la ya insoportable situación de guerras, injusticias, dictaduras, desigualdades y pobreza de millones de seres humanos.

Se trata entonces de anteponer la fuerza de la cultura, del arte, del pensamiento reflexivo y crítico, a la fuerza de la sinrazón, de la vesania y del terror.  Ello únicamente podremos lograrlo mediante el ejercicio teórico y práctico de la reflexión crítica, de la confrontación de ideas, desde la lucidez de la curiosidad intelectual. Hacer de nuestro lenguaje instrumento de creatividad, de imaginación y de pensamiento fecundo y heterogéneo que se anteponga a un pensamiento débil -un no pensamiento-, único y unidireccional. Pues, como ha dicho Saramago cargado de razón, “ellos han elegido lo peor; nosotros hemos elegido lo mejor”.

Frente al silencio espurio de quienes tienen en sus manos la autoridad y el poder de cambiar profundamente el estado de las cosas, y callan, otros tenemos la obligación moral de no permanecer callados, de elevar nuestra palabra hablada o escrita, nuestra imaginación, nuestra ciencia, nuestro trabajo o nuestro arte contra la ignominia, para que el lenguaje y su expresión más fructífera, el pensamiento libre y creador, no permanezca cautivo y amordazado por el silencio de la violencia o de la sumisión, de la ignorancia y de la estulticia, de la renuncia o de la pusilanimidad. 'El frío arrasa la memoria y ya empezamos / a no ser', nos ha recordado el poeta José Ángel Valente.

Consideramos que es esta una forma estimulante, no la única, de superar los dogmatismos fundamentalistas que inducen la barbarie y el odio, y de esbozar otras miradas, otras sensibilidades que abran las puertas de la tolerancia y del respeto a la diversidad, de la igualdad, de la justicia social, las libertades y los derechos humanos. Un mundo, muchos mundos, en definitiva, habitables por todos y para todos y en los cuales no tengan cabida ni los centros absolutos ni las periferias definitivas. Mundos fundamentados en la fraternidad y en la solidaridad, en el reparto equitativo de la riqueza y en la justicia social, en el respeto absoluto al medio natural y al otro. Donde convivan por igual todas y cada una de las culturas, de las etnias, de los sexos, las religiones, los sueños. Mundos de diversidad y de respeto mutuos, modelos culturales orgánicos en sí mismos. “Somos más libres con nosotros mismos cuando llegamos a la conclusión de que todos los dioses son falsos; pero seremos más generosos con los demás cuando aceptemos que todos ellos pueden ser, asimismo, verdaderos”. Son acertadas palabras del filósofo catalán Rafael Argullol. Porque, como ha dicho Saramago en uno de sus discursos dirigido a los millones de manifestantes que en todo el mundo se han opuesto a la guerra en Iraq, “No somos tan ingenuos para creer en una paz eterna y universal, pero si los seres humanos hemos sido capaces de crear, a lo largo de la historia, bellezas y maravillas que a todos nos dignifican y engrandecen, entonces es tiempo de meter mano a la más maravillosa y hermosa de todas las tareas: la incesante construcción de la paz. Pero que esa paz sea la paz de la dignidad y del respeto humano, no la paz de una sumisión y de una humillación que demasiadas veces vienen disfrazadas bajo la mascarilla de una falsa amistad protectora”.

Desde comienzos de los años 30 del siglo pasado, grupos de bibliotecarios comenzaron a organizarse en EEUU para luchar contra las leyes discriminatorias raciales de ese país y por los derechos y libertades civiles, entre otros, los de libertad de expresión y derecho a la información. Surgen organizaciones como Progressive Librarians y publicaciones como Progressive Librarians Guild. Tras la Segunda Guerra Mundial, este movimiento libertario de profesionales de la información se extiende por Europa: Alemania, Reino Unido, Francia, etc. A España no llega hasta los años 80. En 1985, en el marco de las campañas contra la entrada de España en la OTAN, surge el colectivo Bibliotecarios por la Paz (BpP), que agrupa a una treintena de bibliotecarios movilizados contra la Alianza Atlántica. En los años posteriores, esta agrupación realiza campañas y movilizaciones contra la invasión de Sarajevo y la destrucción de su Biblioteca Nacional, o años después, en 1990, la primera invasión de los EEUU a Iraq. BpP, junto con otros colectivos en Europa, EEUU y América Latina (CEBI en México, o GESBI en Argentina), han denunciado sistemáticamente el asesinato de civiles y la devastación de bibliotecas, la quema de libros, la desaparición de bibliotecas, de archivos, de museos, allí donde se producen guerras y todo tipo de conflictos bélicos.

En su declaración de intenciones, Bibliotecarios por la Paz considera “que las bibliotecas y en general todos los centros y servicios públicos de difusión de la información y de la cultura son instituciones esenciales para extender en la sociedad los valores éticos fundamentales y para propagar los derechos humanos y la justicia social. Entiende BpP que los poderes públicos están obligados a poner al alcance de todos los ciudadanos unos servicios públicos de calidad, razón por la cual BpP aboga por unos servicios públicos bibliotecarios y de información que garanticen la plena y eficaz difusión del pensamiento plural, del conocimiento general y científico, y de la creatividad artística, literaria, etc. Son precisamente estos centros públicos de información y documentación garantes del libre ejercicio de la confrontación de ideas que estén fundamentadas en información contrastada y fidedigna. Por este motivo, BpP se opone a todo intento de control y censura del pensamiento, de las ideas, del conocimiento y de la información, así como a la manipulación de ésta y a su tergiversación y falsificación. La extensión de la información y de la cultura, y toda suerte de funciones encomendadas a las bibliotecas y centros y servicios públicos de información y documentación, sólo y exclusivamente pueden desarrollarse en condiciones democráticas de paz, de tolerancia y de libertad. Por ello, BpP nos comprometemos a fomentar una sociedad antimilitarista frente a la actual dinámica de violencia y belicismo. La palabra, el diálogo, la libre circulación de la información y del pensamiento son herramientas imprescindibles para contribuir a erradicar definitivamente toda clase de discriminación, intolerancia e injusticia social. Las bibliotecas y cualquier otro servicio de acceso a la cultura trabajan con esas herramientas, y como bibliotecarios nos comprometemos a fortalecerlas, de manera que puedan cumplir su importante misión.”

Bibliotecarios por la Paz asumió íntegramente la Declaración de Buenos Aires, surgida en el marco del I Foro Social de Bibliotecas y Documentación que tuvo lugar en esa ciudad en septiembre de 2004, y participó en el II Foro celebrado en la ciudad de México DF en octubre de 2006.

Con estos mimbres, surgen las BRISAL. Brigadas Internacionalistas Solidarias con las Bibliotecas y Archivos de América Latina. Nacen en Bolivia, el marco del Seminario Internacional “Destrucción de la riqueza documental y bibliográfica y la importancia de su rescate para el desarrollo nacional”, celebrado en las ciudades de La Paz y El Alto los días 29, 30, 31 de octubre y 1 de noviembre de 2008. En ese seminario se puso en evidencia la precaria situación por la que atraviesan muchas bibliotecas y archivos de Bolivia y de los demás países de América Latina, siendo los recursos con los que cuentan insuficientes para organizar técnicamente sus acervos y ponerlos al servicio público.

En el Seminario, los participantes extranjeros allí presentes propusieron organizar Brigadas Internacionalistas Solidarias para el desarrollo y fortalecimiento de las bibliotecas, los archivos y los centros de documentación de Bolivia y otros países de América Latina (BRISAL), conformado por profesionales comprometidos con los procesos de cambio de los países de Latinoamérica. Las Brigadas se conformarían con bibliotecarios (as) voluntarios (as) de países de Latinoamérica, de Europa y otros países.

El Estado Plurinacional de Bolivia y los demás países de América Latina conforman un conjunto de comunidades, pueblos y estados en proceso de desarrollo que requieren de infraestructuras, equipos, servicios, recursos y personal para satisfacer sus necesidades y demandas de información, documentación, preservación de su memoria y patrimonio histórico, artístico y cultural y acceso libre, universal, democrático y gratuito al acervo cultural, a la lectura, al pensamiento y al conocimiento de los pueblos latinoamericanos y de la Humanidad.

En su Carta de Intenciones, elaborada en La paz en febrero de 2009, se propone como misión de las Brigadas, llevar a cabo y apoyar iniciativas encaminadas a la creación de infraestructuras, equipos, servicios, recursos y personal, o al mejoramiento y fortalecimiento de las existentes, que contribuyan a extender y difundir el conocimiento, el pensamiento, la lectura, la libre creación científica y cultural, la expresión de las tradiciones, la cultura y las cosmovisiones de los pueblos indígenas originarios campesinos, y la conservación y difusión de la memoria histórica, intelectual y del patrimonio cultural, artístico e histórico.

Entre sus objetivos, destacan los de apoyar en trabajos técnicos a instituciones bibliotecarias y archivísticas de las ciudades y pueblos de Bolivia y resto de países de América Latina que así lo demanden; capacitar y actualizar los conocimientos de los bibliotecarios y archivistas latinoamericanos, por medio de seminarios, tertulias y talleres, a cargo de los brigadistas; o concienciar a autoridades de gobiernos, líderes sindicales, indígenas y de opinión pública, sobre el valor de los recursos bibliotecarios y archivísticos, para el desarrollo de las sociedades.

Las Brigadas Internacionalistas están conformadas por personas voluntarias brigadistas de cualquier país del mundo, no necesariamente profesionales de las bibliotecas o archivos. Los voluntarios se costean todos los gastos, desde el viaje hasta el alojamiento, aunque en muchos casos se nos ha proporcionado lugar donde dormir y manutención por parte de los colectivos o entidades donde hemos colaborado. El esfuerzo de los brigadistas es doble, porque al gasto que significa trasladarse, muchas veces desde Europa, hay que añadir el período de vacaciones como tiempo de trabajo empleado en las brigadas.

Las BRISAL llevan a cabo diversos tipos de actividades, según la formación técnica y profesional de los voluntarios. Los brigadistas profesionales de bibliotecas o archivos desarrollan preferentemente trabajos de carácter técnico y profesional, tales como asesorías técnicas y dictado de cursos, conferencias y talleres formativos y otras tareas que los receptores de las Brigadas estimen convenientes. Los brigadistas no profesionales de este campo realizan preferentemente trabajos de apoyo a las labores técnicas, tales como acondicionamiento de depósitos y documentos y otras tareas. Es condición indispensable de las Brigadas no imponer ninguna metodología de trabajo ni realizar tareas no solicitadas por los beneficiarios. En este sentido, BRISAL practica una cooperación solidaria, no impositiva o neocolonial. Por ello, BRISAL  actúa allí donde los profesionales de la documentación, los archivos y las bibliotecas demanden su apoyo solidario.

Preferentemente, las Brigadas trabajamos en países y localidades cuyos recursos no permitan un adecuado desarrollo de sus infraestructuras culturales, y en especial, en países en procesos de transformación social, política, económica y cultural en aras de un mundo más justo, más solidario, más equitativo y más humano, como Bolivia. Los receptores del trabajo de las Brigadas son las poblaciones, comunidades, colectivos, y en general, usuarios que demanden servicios y recursos culturales y de información y documentación, fundamentalmente, bibliotecas, archivos y centros y servicios de documentación. Las entidades e instituciones receptoras de las actividades de las Brigadas son, fundamentalmente, aquellas que fomentan y desarrollan la creación de bibliotecas, archivos y centros y servicios de documentación, o la creación de los mismos entre poblaciones, comunidades, colectivos y usuarios con mayores necesidades, tales como instituciones, entidades, asociaciones, organizaciones y movimientos indígenas, juveniles, campesinos, de mujeres, solidarios, de trabajadores, sindicales, de defensa de los derechos humanos, de personas con discapacidades, de defensa de los derechos del niño, bibliotecas populares, comunitarias, rurales, públicas, etc.

BRISAL ha trabajado en Bolivia, Perú y Chile. Comenzó su andadura en febrero de 2009 en Bolivia, con 23 brigadistas de Argentina, Colombia, Bolivia, Chile y España. En esa oportunidad, colaboramos en el archivo de la Corporación Minera Boliviana, COMIBOL, que constituye el mayor archivo especializado en minería del mundo, con más de 25 Kms. de estanterías repartidos en las ciudades de La Paz, El Alto, Oruro y Potosí. Los brigadistas trabajamos en el acondicionamiento de depósitos y limpieza y conservación de documentos, y los profesionales impartimos talleres de diversa naturaleza relacionados con la archivística y la documentación. En La Paz, trabajamos también en el archivo histórico del Congreso Nacional y Vicepresidencia del Gobierno, y en bibliotecas y archivos de instituciones como el Ministerio de Economía y Finanzas, la Superintendencia de Transportes y Comunicaciones, o la Universidad Mayor de San Andrés, donde impartimos cursos de análisis documental y biblioteconomía general, lo mismo que en Cochabamba, en su Casa de la Cultura, archivo histórico y biblioteca provincial, y el CEDIB, Centro de Documentación e Información de Bolivia.

La experiencia boliviana de febrero fue repetida en los meses de julio, agosto y septiembre de 2009. En esa oportunidad, nos reunimos cerca de cien brigadistas de Bolivia, Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Venezuela, Cuba, Perú, España, Italia y EE.UU. Trabajamos en los mismos lugares que la vez anterior, además de otros centros de documentación, archivos y bibliotecas, como los de la Fundación indigenista Fausto Reynaga, Fundación Flavio Machicado Vizcarra, APDH, Asociación para la Defensa de los Derechos Humanos, etc., y en las ciudades de Oruro, Cochabamba, Sta. Cruz de la Sierra y en el departamento de El Beni.

Durante el mes de agosto de 2009, cinco brigadistas se trasladaron a Perú, donde colaboraron con las organizaciones “Una Biblioteca para Mi Pueblo”, “Movimiento Indio Peruano” y la “Asociación Educativa Hispanoamericana” en el desarrollo de bibliotecas comunitarias indígenas y rurales en diferentes departamentos peruanos, como Ayacucho, donde se construyó la biblioteca de la aldea quechua de Qasanqay, o en Lima, donde los brigadistas trabajaron en la red de bibliotecas escolares.


Dos brigadistas españolas, de Madrid y Valladolid, viajaron a Chile de septiembre a noviembre del mismo año para trabajar en la biblioteca comunitaria Villa la Pradera de Viña del Mar, una comunidad de ciento veinte familias de pobladores sin casa que en su día ocuparon unos terrenos para construirse sus viviendas y constituyeron una asociación cultural dirigida por las mujeres comunitarias. Las dos brigadistas españolas impartieron talleres literarios y  de creación de bibliotecas y animación a la lectura con niños y adultos y construyeron con las mujeres de la comunidad y los propios niños una preciosa biblioteca popular con una colección inicial de unos mil quinientos libros, ludoteca, pequeña hemeroteca, etc. Las brigadistas trabajaron también en la asociación cultural Ekosol, de Viña del Mar, impartiendo talleres similares.


En diciembre de ese año, una de las brigadistas se trasladó de Chile a Guatemala para participar en varios proyectos bibliotecarios con la Biblioteca Nacional de ese país.

En todos los casos, las experiencias de BRISAL han sido indescriptibles, tanto desde la perspectiva profesional como práctica de un trabajo socialmente comprometido, como desde una óptica personal y experiencia vital. Siempre, sin excepción alguna, es mucho más lo que aprendemos y aprehendemos los brigadistas de esta experiencia que las aportaciones técnicas y de conocimientos que nosotros podamos ofrecer: la calidad y la calidez humana, el afecto, el cariño, la camaradería, el acogimiento caluroso siempre con los brazos abiertos, la convivencia, las historias de vida de tanta gente de corazón noble, son experiencias impagables que nosotros difícilmente podemos corresponder del mismo modo. “Son verdaderos los corazones de nuestros amigos”, reza un verso de los antiguos mayas, recopilado, entre cientos de poemas, por el gran investigador y antropólogo mexicano, Miguel León Portilla.

Sirvan como muestra de estas experiencias de vida, los testimonios de algunos brigadistas:

Lo que me motiva a participar en las Brigadas es el interés profundo por lo que está pasando en Bolivia. He luchado durante años contra la dictadura militar de mi país, he vivido el retorno a la democracia en Chile, trabajo hace años como bibliotecaria, pero me faltaba la utopía. Esa utopía que en mi caso se forjó durante el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende y se truncó con el cruento golpe militar, la estoy encontrando, de nuevo, en Bolivia”.

Mª Antonieta Calabacero, directora de la Biblioteca de la Universidad de La Serena, Chile.


Hay algo que en Bolivia se ve y se palpa: ese afán por vivir una realidad nueva, distinta, no basada en el consumismo feroz, en el culto al dinero y al individualismo egoísta y alienador que vivimos en nuestros países. En Bolivia se está forjando un sueño y una esperanza, que es el anhelo de la inmensa mayoría de los hombres y de las mujeres del mundo entero: vivir un mundo justo, humano, solidario y respetuoso con la naturaleza, es decir, con el planeta y con la humanidad misma”. 
Mario Urquiola, pedagogo chileno.


(*) Interesados en ponerse en contacto con BRISAL o participar, por favor, escriban a Javier Gimeno:





Ponencia de la Comisión Promotora Pro-sindicato de Trabajador@s de Unidades de Información 

(Texto extraído del power point presentado en la 1a reunión)
La finalidad de las organizaciones sindicales es la representación y defensa de los intereses profesionales de sus miembros en el plano económico y social en que se ejerce la profesión.
Uno de los requisitos para que el sindicato alcance sus objetivos, es el que pueda organizar eficazmente la profesión que representa. Esto supone la subordinación del interés individual al bien común, dentro de la organización.
El sindicato posee el poder de representación de sus miembros, respetando los valores individuales  de cada uno de estos como personas: libertad de conciencia, libertad de opinión, libertad política, y demás. Deberá armonizar los intereses individuales de sus afiliados.-


PROBLEMATICAS LABORALES MAS FRECUENTES QUE ENFRENTAN LOS BIBLIOTECARIOS
    Socialmente
  • Falta de reconocimiento de la profesión
    “Se estudia para ser bibliotecario?”
  • Desconocimiento de formación académica
    “Y qué estudias, cómo prestar libros?”
  • Estereotipos que desacreditan la profesión
    Distraídos, tímidos, apolíticos, sumisos
  • Escasa presencia/participación política, social y jerárquica de los bibliotecarios como colectivo y/o individualmente.
  • No hay directivos bibliotecarios, socialmente reconocidos. En cargos de toma de decisiones, políticas públicas, etc. No hay un colectivo que tome posición, se oponga antes cuestiones que los afecten directa o indirectamente.

    El impacto en el ámbito laboral se refleja en:
  • El acceso a cargos no es por concurso, oposición de antecedentes, salvo contados casos.
  • Los títulos terciarios, universitarios, no son reconocidos en para el pago de plus, como puntaje, o bien para concursos directivos.
  • No se ofrecen capacitaciones ni actualizaciones acordes, salvo por asociaciones con fines de lucro o consorcios
  • Se desconocen las enfermedades propias de la profesión y por ende no se incluyen en los convenios.
  • Somos minoría en todo sindicato ya existente
  • Los egresados cumplen pasantías leoninas
  • Frágil estabilidad laboral. Monotributo (pop)


Según el ámbito donde nos desempeñemos (bibliotecas populares, escolares, especializadas, universitarias, de gestión pública, privada, etc, etc) el abanico de problemáticas se amplia y se diversifica. Esto representa que además de ser minoría en la totalidad de los sindicatos ya existentes, también lo somos por tipo de biblioteca. Pero que reunidos bajo un mismo paraguas, la historia puede cambiar…



FORTALEZAS

  • Colectivo
  • Compromiso de los compañeros
  • Ley de Asociaciones Sindicales 23.551
  • Antecedentes como ACHABI (Chaco)
  • Experiencias como delegados dentro de asoc sindicales existentes



OPORTUNIDADES

  • Los antecedentes de otras asoc sindicales (AMA, SUBTES, ETC)
  • Las necesidades, reclamos del colectivo
  • La falta de antecedentes de organizaciones, asociaciones que nos representen plenamente.
  • Descrédito de los sindicatos mayores en relación a los temas de bibliotecarios?


DEBILIDADES

  • Prejuicio que el colectivo tiene con respecto a los sindicatos.
  • Escasa visibilidad que se  tiene del profesional bibliotecario dentro del contexto social (ej: solo las CD parecen sostener a las Bib pop)
  • Dicotomía no resuelta del colectivo en la cuestión trabajador-profesional
  • Miedo a palabras, contenido y acciones de tipo político/partidario/


AMENAZAS

  • Correlación de fuerzas (contamos con un sustento tal, que una medida de fuerza resulte significativa?)
  • Los grandes gremios ya existentes preocupados por la posible desafiliación
  • Los convenios, acuerdos logrados por gremios históricos. Y nos, iniciando.
  • Que los intereses individuales  no se subordinen al bien común.



A partir de una discusión en la lista de interés Bibgra, sobre la necesidad de un sindicato y la posibilidad de concretarlo, surgió la primer reunión en Lanús, de un nutrido grupo de bibliotecarios de diferentes procedencias laborales, dio inicio a una discusión largamente postergada.

Ya en la 2da. Reunión, se acordó tomar todas las decisiones en asamblea, por voto y aceptando lo que la mayoría vote. Además se conformo la Comisión promotora prosindicato de trabajador@s de unidades de información, integrada por dos subcomisiones una de prensa y otra de legales, con fines específicos.

Prensa: Único medio encargado de la difusión vía mail de comunicados, resúmenes de actas, viabilizando la comunicación entre los interesados.
Considerando un espacio propio para la comunicación, se armó también una lista en yahoo y un blog para ayudar a la difusión.

Legales: Encargados de buscar, reunir, analizar y compartir leyes y/o normativa relacionada con las bibliotecas y la creación de un sindicato, que es por el momento el tema que debemos resolver considerando su viabilidad, teniendo en cuenta las variables preexistentes y la respuesta del colectivo, que hasta ahora ha sido de mucho apoyo y animo, pero que deberá materializarlo para poder construir algo.

Esto es más que nada para organizarnos y empezar a andar, a hacer. Llevando las ideas a la práctica, desde el debate, el relevamiento, el análisis de la legislación hasta la posibilidad de concretar un sindicato.

Cuando decimos que la tarea es titánica, nos referimos a que no sólo hay mucho por hacer, sino además por delimitar. Y no son temas fáciles, solo por dar algunos ejemplos:


  • Idóneos.¿Todo trabajador tiene derechos. ¿Qué define a un trabajador? ¿Sólo su formación académica? ¿Qué pasa con los bibliotecarios “sin titulo” que han creado, organizado y sostienen bibliotecas?
  • ¿Qué pasa con aquellos que no han podido estudiar, por no tener la posibilidad, el conocimiento y los medios, pero que hacen su trabajo con inserción y reconocimiento dentro de su comunidad?
  • El alcance geográfico que este sindicato tendría: Inicialmente pensamos en conurbano y capital federal, que ya es toda una mostruosidad. Pero al mismo tiempo nos llegan pedidos del interior del país, inquietudes y principalmente pedidos de inclusión (Neuquén, Río Negro, Entre Ríos, Córdoba, etc)
  • Se podría incluir a trabajadores de unidades de información diferentes de bibliotecas, por ejemplo archivistas, museólogos, documentalistas.


No podemos saber si esto llegará a concretarse, como es nuestro deseo y para lo que trabajamos, en el tiempo que a cada uno de los integrantes ofrece para un objetivo colectivo. Pero estamos convencidos que vale la pena intentarlo… No solo por las diversas reacciones que generó esta propuesta –a favor y en contra. Algunas realmente impensadas- sino porque creemos que el peor analfabeto…




"El peor analfabeto es el analfabeto político"
 
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
el precio del poroto, del pan, de la harina,
del vestido, del zapato y de los remedios,
dependen de decisiones políticas.

El analfabeto político es tan burro
que se enorgullece y ensancha el pecho
diciendo que odia la política.

No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta,
el menor abandonado,
y el peor de todos los bandidos
que es el político corrupto, mequetrefe
y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales."

Bertolt Brecht



¡Muchas gracias!
sindicalizandonos@gruposyahoo.com.ar
http://sindicalizandonos.blogspot.com/


Organizarse en un sindicato es el camino
La experiencia sindical en ATE-CONICET y la defensa de las bibliotecas y de los trabajadores

Delegados de la Junta Interna ATE-CONICET


atesaavedra15@gmail.com



Presentación
En momentos en que los bibliotecarios argentinos están debatiendo la necesidad de redefinir el rol de las bibliotecas y los archivos en la cultura y la memoria popular, de luchar por sus derechos y las formas de sindicalizarse y luchar por sus derechos, queremos compartir una experiencia de trabajo sindical en el ámbito de un centro de documentación estatal. Somos delegados sindicales por la ATE (Asociación Trabajadores del Estado) en CONICET dentro de la Seccional Capital Federal (Buenos Aires). Esta Junta Interna está integrada por 12 delegados insertos en los diferentes escalafones de
personal del CONICET (SINEP; Carrera del Personal de Apoyo y Carrera del Investigador del CONICET e, incluso, Becarios). Fuimos elegidos en elecciones democráticas en noviembre del 2008, con mandato por dos años. Para nosotros es un orgullo ser delegados gremiales, luchar por nuestros derechos y por un CONICET mejor.

El contexto y algo de historia
ATE es una organización sindical con 85 años de antigüedad, su fundación data de 1925 y tuvo una marcada raigambre obrera pues lo constituyeron, inicialmente, trabajadores de la Dirección Nacional de Navegación y Puertos que aportaron el primer caudal de dirigentes del sindicato, que, con el devenir del tiempo y los cambios sufridos en el mercado laboral, hoy en día tiene una presencia predominante de trabajadores del área de servicios (lo que se denomina el sector terciario, dentro de la teoría económica). La vida gremial estuvo atravesada por las disputas sociales e ideológicas que se daban en cada época. Es imposible aquí detallar las distintas idas y venidas que se dieron en el gremio, pero que sí acompañaron los acontecimientos históricos que signaron la vida
nacional. Fue significativo el proceso que se dio a partir de la recuperación de la democracia en 1983, con la figura del querido Germán Abdala. ATE desde sus inicios fue uno de los impulsores de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), en la cual convive, entre otros, con sindicatos como SUTEBA (ver Ponencia de la Comisión Pro-Sindicato de Bibliotecarios). ATE no está exento de las tensiones que atraviesan la vida interna de los gremios entre los modelos burocráticos verticalistas y los modelos sindicales que parten de las bases hacia arriba. Sin hablar ya de la complejidad que implica contar con trabajadores de niveles jurisdiccionales diferentes (Nación, Provincias, Gobiernos locales), de áreas de trabajo y actividades muy diversas (desde personal de astilleros, hasta investigadores, médicos, docentes, mineros, empleados de calificación media, etc.).
Dentro de esta complejidad nos situamos los bibliotecarios que trabajamos en el Sector Público, ya sea en organismos de la Administración Central, en instituciones educativas, de salud, en organismos descentralizados y/o empresas estatales o con participación estatal.
Traemos esta breve reseña para que se comprenda el contexto en el cual se enmarca nuestro trabajo. Como ustedes saben CONICET se caracteriza por ser una institución que tiene más de 110 centros distribuidos en todo el país, con tres escalafones diferentes y distintos regímenes laborales que incluyó personal de planta permanente, planta transitoria, contratos directos, monotributistas y becarios y, hasta hace pocos años, pasantes. CONICET tiene una estructura piramidal gobernada por un Presidente (elegido por el Poder Ejecutivo), un Directorio constituido por investigadores superiores (la máxima categoría a la que puede aspirar un investigador del CONICET) elegido por investigadores principales y superiores (pero no por las categorías inferiores de la Carrera de Investigador y mucho menos por personal técnico y administrativo). Ese Directorio también está compuesto por representantes del sector empresarial uno por industria y otro por el sector agropecuario, tradicionalmente colocado por Sociedad Rural. No hay ningún representante de los trabajadores. A su vez, cada centro de investigación, llamado Unidad Ejecutora, tiene un director, que establece un orden prácticamente feudal sobre el personal que dirige. La concepción elitista que tiene el CONICET, que se proclama como organismo de excelencia, deja una fuerte impronta en la índole de las relaciones laborales que tienen lugar en este ámbito, en cualquiera de sus niveles. Esto mismo, creemos, es la causa de que el CONICET sea uno de los pocos organismos estatales que no tiene paritarias, y el único que no las tiene desde hace 52 años (ver al respecto la Declaración del Plenario de Delegados de ATE-CONICET. de Octubre de 2009). Que, como sabemos, las paritarias son el espacio de negociación previsto entre el Empleador y la/s representación/es gremiales de los trabajadores. En este contexto complejo es que entra en escena nuestro lugar de trabajo, CAICYT.

Queremos contarles nuestra experiencia organizativa como trabajadores dentro de la ATE. Creemos que este sindicato ofrece un espacio democrático donde se puede construir fuerza y poder alternativo desde los trabajadores (incluyendo las contradicciones ya señaladas). Para esto, los delegados de base mantenemos una práctica sindical codo a codo con los trabajadores. Los reclamos son propuestos y discutidos en la Asamblea de Trabajadores, la cual tiene carácter resolutivo para dar mandato a los delegados para ser discutido y promovido dentro de la Junta Interna y a los Plenarios de delegados de CONICET de todo el país. En el caso de que un problema no pueda ser resuelto dentro del instituto se pide la intervención de la Junta Interna e, incluso, se acude a la Seccional de la que es parte. Además de los reclamos propios del sector, el trabajo sindical se da en el contexto de una realidad laboral cada vez más compleja y conflictiva.

El CAICYT
Para eso, queremos situarlos en nuestro ámbito laboral, el CAICYT. Este Centro tiene su sede, junto a otros cinco centros de investigación en Ciencias Sociales también dependientes del CONICET en el edificio sito en Saavedra 15, ciudad de Buenos Aires. Como antecedentes históricos de este Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica podemos citar la Biblioteca y Servicio Bibliográfico creada tan sólo unos meses después de la fundación del CONICET en 1958. En 1962 se desarrollo el plan de creación del Centro de Documentación Científica (CDC) que se hizo realidad en 1964. Su primer director fue el licenciado Raúl Luis Cardón y contó con un comité consultivo integrado por los científicos más importantes de la Argentina en esa época. Doce años después, en 1976, fue creado el actual CAICYT, como producto de una recategorización ante los malos sueldos y bajas categorías del CDC. Fue designado como su director el bibliotecario Ricardo Gietz, que ejerció el cargo hasta su retiro en 1986. Este centro ha sido, históricamente, un centro de referencia para las normativas técnicas en documentación científica y un proveedor de servicios relevantes para la investigación. Por eso, la mayoría de su personal está compuesto por bibliotecarios y estudiantes de biblioteca y disciplinas afines. De los directores del CAICYT sólo una persona llegó a ese cargo por concurso y era, precisamente, bibliotecaria. Los demás directores fueron interinos y designados discrecionalmente por el Directorio de CONICET. Desde su creación hasta 2004 no hubo presencia gremial dentro del CAICYT, la cual comenzó a darse, primero embrionariamente y luego ya consolidada, desde hace 6 años.

Los comienzos de la solidaridad: los pasantes
En el año 2004 los pasantes del Edificio de Saavedra 15 se reunieron para reclamar la equiparación en el cobro de unos ticket "canasta" (para compras en supermercados) que ya recibían los demás trabajadores del entonces SINAPA. Se hizo una carta a las autoridades, que, dilataron su respuesta. Después de idas y vueltas, entre notas y entrevistas con autoridades del organismo, el conflicto fue ganado y los pasantes comenzaron a tener un suplemento de ticket canasta y también, poco tiempo después, equiparación en el régimen de vacaciones con el resto del personal. También se reclamaba la devolución para los pasantes del retroactivo del 13% que había recortado De la Rúa y Cavallo, que había sido devuelto al personal de planta pero no a los pasantes. 

La clave generacional
Con la recuperación económica y el aumento del presupuesto en Ciencia y Tecnología comenzaron a entrar nuevos trabajadores al CONICET. En el instituto, la mayoría lo hizo como pasantes, una figura que disfrazaba la precarización laboral, ya que distaba de servir para el aprendizaje académico de los alumnos. Este grupo de pasantes fue la locomotora de la organización y su primer logro reivindicativo fue reunirse con los pasantes del edificio que CAICYT comparte con otros centros del CONICET, y obtener la equiparación a trabajadores de SINAPA en el cobro de ticket canasta y régimen de vacaciones. Se dio un proceso similar, dentro del CAICYT para que los pasantes pudieran cobrar aguinaldo al igual que el resto de los trabajadores. Todo esto implicó hablar mucho con los compañeros, romper la desinformación, lograr lazos de compañerismo, algo muy difícil de conseguir.

Quebrando el individualismo y la división entre trabajadores: canalizando el malestar a través del sindicato
Los comienzos fueron modestos, generando pequeñas actividades culturales que nuclearan a los compañeros y los vincularan más afectivamente entre sí (charlas abiertas al público en las que podían participar, en su organización o participando de ellas, ciclo mensual de cine en el lugar de trabajo, compartir almuerzos, etc.). No fue fácil ya que por la disposición edilicia y la estructura organizativa se trata de un Centro muy departamentalizado y cuyos compartimientos eran estancos. Con esas actividades se intentó generar un clima de camaradería y confianza. También se buscó sostener a los compañeros que estaban mal, de manera que no repercutiera negativamente en el conjunto pero que, a la vez, se pudieran canalizar y resolver algunas situaciones puntuales que los afectaban, apelando también a la solidaridad de los demás. En definitiva, se trataba de cambiar la situación de que se viera a los demás compañeros como causantes de los males propios (situación frecuente dado que ya coexistían trabajadores de varios escalafones diferentes) Se sostuvo desde el principio el reclamo de blanquear la situación laboral de los pasantes al menos mediante el ingreso a la Planta Transitoria del entonces SINAPA (hoy SINEP) o mediante su ingreso a la Carrera del Personal de Apoyo. Se consiguió completar el blanqueo laboral de los compañeros, y los contratados

El conflicto diario entre trabajadores y el patrón. La vida gremial.
Los métodos de control y presiones hacia el personal eran permanentes, bajo la mecánica del "jefe bueno" y "el jefe malo": cuando la cooptación no funciona, se apela al castigo o la presión. Se premia al que delata al "sospechoso", que es caracterizado como el que rechaza acatar las normas sin chistar. Esto introduce división entre los trabajadores y es uno de los principales escollos a sortear. Otra fuente de división es la acentuación de las diferencias entre personal titulado o no, entre personas de diferente escalafón, entre privilegiados por la dirección y los que no. La Dirección realiza esto mediante la creación de una línea intermedia de mando, la cual ejerce un rol no sólo de coordinación funcional sino también de disciplinamiento hacia el interior de cada área de trabajo. Esta línea media es constituida en base al favoritismo y lealtades a la Dirección y no en base a criterios de competencia profesional, compromiso con el trabajo o creatividad. Así se promueve el favoritismo y un régimen de premios y castigos velados. Hay personal muy reconocido por su trayectoria profesional fuera de las fronteras del instituto pero que hacia el interior de éste son ignorados o postergados. Este hostigamiento ha ido desde obligar a un pase a una trabajadora embarazada simplemente por hostilidad de la dirección hasta amenazas de afectar continuidad de contratados si no adherían a las políticas de dirección, pasando por cambios de puesto de trabajo y/o de funciones, negativas a capacitaciones o viajes a congresos profesional, "cajoneando" los pedidos administrativos, retirar el saludo o no publicar con antelación suficiente información de actividades realizadas por el personal "castigado" o bien enterarse de cambios o novedades únicamente por la página web institucional y no por comunicación personal de la dirección. Por otra parte, es práctica de las últimas direcciones del CAICYT tener una agenda oculta en la cual el resto del personal ignora cuáles son las actividades de representación realizadas por los directores, no se conocen los objetivos institucionales del periodo corrientes, las tareas cumplidas por personal "asesor" que prestas servicios directos a la dirección. Inclusive, existen servidores informáticos dedicados de acceso vedado incluso a personal de soporte técnico. Hay una opacidad generalizada sobre el dinero que recauda el instituto a través de sus actividades académicas y los gastos realizados y los criterios con los que éstos se asignan. Cada sector dentro del instituto conoce únicamente su propia estimación presupuestaria pero no el conjunto. Además, esta comunicación interna defectuosa cuando no discriminatoria se agrava con la ausencia de convocatorias de la dirección a reuniones generales con el personal.
Estas situaciones de maltrato cotidianas causaron que, al menos 10 personas se vieran obligadas a irse del CAICYT y alcanzaron tal impunidad que incluso usuarios externos sufrieron malos tratos y discriminación, lo cual desembocó en que, en 2008, la Vicedirectora del CAICYT, responsable de estos malos tratos, fuera echada del Centro y derivada mediante un pase a otro organismo dentro del CONICET. Esto fue posible mediante las denuncias públicas de la Junta Interna de ATE-CONICET Capital Federal. Algunas medidas que se tomaron, desde el sindicato para revertir, al menos parcialmente, esta situación fueron: apelar a colectas solidarias de los compañeros para situaciones de emergencia de algún caso particular, brindar contención a compañeros afectados por el hostigamiento laboral (en algún caso con asesoramiento legal), notas de reclamos, constitución de una Comisión de Relaciones Laborales y seguimiento de los pases a planta permanente, o de reubicaciones de compañeros por pases internos o externos. También en la faz salarial se logró el pago de aguinaldo para pasantes y contratados hasta su regularización laboral mediante su ingreso a planta transitoria SINAPA o a Carrera del Personal de Apoyo. También se obtuvieron viáticos para cumplir con la presencia en un Stand del CAICYT en la Feria del Libro, por entender que era unaactividad asimilable a horas extras.
Además, se hicieron reclamos que hacen a las condiciones y medio ambiente de trabajo, tales como, el reclamo de colocación de doble vidrio en las ventanas del Centro, ya que se encuentra en una de las esquinas más ruidosas de la Ciudad de Buenos Aires, mejoramiento de la calefacción, agua caliente en la cocina.
Todo esto fue posible gracias a la progresiva organización que los trabajadores nos fuimos dando dentro del sindicato. La unidad y el diálogo constante con los compañeros permitió un seguimiento directo de los conflictos y su encauzamiento para su resolución, a veces actuando como mediadores y otras veces confrontando con la dirección cuando fue necesario y aquella no aceptó los términos de negociación.
Es necesario, ante las situaciones relatadas, pasar de la queja a la acción, y a las propuestas, que siempre surgieron del lado de los trabajadores. Los cambios y mejoras obtenidos lo fueron por la presión constante para que los temas fueran atendidos y resueltos. En este sentido, aún en ausencia de paritarias, consideramos que la Comisión de Relaciones Laborales actúa como un espacio pre-paritarios y una mesa de negociación que permite evitar el agravamiento de los conflictos.
En definitiva, nada es regalado, todo cuesta lucha y esfuerzo, incluso algún riesgo, pues la patronal sólo responde ante el reclamo y muchas veces, sólo bajo presión. En esto es crucial cuantos más trabajadores se involucren y más unidos estemos. El neoliberalismo vuelve por sus fueros
Quizá los años '90 se fueron, pero han quedado anclados en más de una institución estatal y en la mayoría de las privadas. En la Bibliotecología se han introducido, con inusual fuerza, a través del caballo de Troya de las teorías de gestión, palabras como "eficiencia", "calidad", "productividad", "rentabilidad", "clientes" en vez de lectores, virtualización de las relaciones sociales a través de la mediatización electrónica. Todas ellas esconden una subordinación al capital deshumanizante y mecanicista, donde uno de lo valores máximos es la rentabilidad económica por encima de las necesidades sociales y el otro es la proyección de una imagen vacía de contenido y sin sustancia (o, lo que es peor, donde el éxito se mide en resultados cuantitativos). De este modo, se postergan los
servicios públicos gratuitos o cuya utilidad se externaliza fuera de la entidad asumiendo ésta algunos costos en aras de la utilidad social.
Este contexto gravita en CAICYT desde hace 4 años en la postergación y falta de promoción de servicios como los de Biblioteca, Catálogo colectivo o en el arancelamiento de servicios como bases de datos o cursos de formación continua (a veces a un elevado costo) o servicios de indicadores cuyos clientes no son conocidos públicamente y proceden de empresas privadas. Se privilegian entonces aquellos sectores que, o bien permiten a la Dirección capitalizarlos políticamente o bien producen ganancias financieras.
Hay también una pretendida "neutralidad" o "asepsia" tecnocrática que encubre operaciones de descompromiso social, de beneficios a empresas privadas o privatizaciones e incluso de censura. Esto último ha ocurrido, en el CAICYT, con libros pedidos por la Biblioteca, que fueron sustraídos de la Biblioteca en ausencia de sus responsables y que estuvieron a punto de ser devueltos al proveedor-bajo el pretexto de no ser "temáticas de la Biblioteca" (cuando en realidad, trataban temas de interés de los bibliotecarios como censura, lectura, historia cultural). Gracias a la actuación de ATE- CONICET, se obtuvo que esos libros finalmente fueran adquiridos y hoy integran el fondo de la biblioteca. ¿Que hubiera pasado si no hubiera intervenido el sindicato?
Desde ATE consideramos que todos los cargos jerárquicos deben ser nombrados por concurso público y con participación decisoria gremial, lo que no es el caso del actual Director Interino del CAICYT como tampoco lo es el de muchos otros lugares del CONICET.

Conclusión
Hemos comprobado que la organización sindical y contar con delegados de base da más fuerza a los trabajadores y marca el camino a seguir para obtener las reivindicaciones que permitan una vida laboral más digna y con más democracia y participación.


Ponencia de Horacio González1
(Director de la Biblioteca Nacional)  


"[…]Como si la profesión fuera un mero apéndice de las técnicas de documentación y del modo en que procede en las redes informáticas, por eso me parece que de cara al bibliotecario, diferenciar entre lo que parece ser la jerga cientificista de la revolución informática y la efectiva aplicación de las tecnologías; no solamente la aplicación sino revisar al interior de la tecnología y si se quiere vivir dentro de ella pero como un bibliotecario humanístico.
Llamo bibliotecario humanista a aquel que en el presente tiene la memoria de las grandes bibliotecas, de la biblioteca de Alejandría en adelante, sabe de la destrucción de la biblioteca de Irak como parte de la guerra; sabe porque se fundó la biblioteca pública de Buenos Aires en 1810; sabe que hubo grandes filósofos bibliotecarios como Kant y Leibniz; sabe que las armas y las letras en general suelen ir juntas en la historia y así dice el documento fundador de la biblioteca nacional. Se funda la biblioteca en tiempos de guerra y si bien no ha de ser en la guerra, la biblioteca son lugares atravesadas por todo el conflicto social. Por lo tanto un bibliotecario que respeta la raíz humanística de la profesión, tiene que redefinirla sin duda, a la altura de la revolución tecnológica y al mismo tiempo desbrutalizarla.


La revolución tecnológica es muy posible que al consagrar los trabajos en serie, vuelva junto a las enormes novedades que implica el uso serializado de la información; el trabajo serializado haga retroceder el trabajo humano a épocas de explotación que se creían superadas también. Por eso, la implantación de nuevos software, la discusión sobre los software precisamente, tiene que adjuntarse a una nueva discusión que no veo que esté presente de una forma explícita que son las modalidades de trabajo en la biblioteca, de modo tal que se la separe de la cinta de montaje de la fábrica del siglo XIX con los consiguientes correlatos que tiene esta actividad laboral. Este es un tema fundamental en la profesión porque en las bibliotecas se pone a prueba la relación de la libertad de trabajo, la autonomía reflexiva del trabajador y el hecho de que a pesar de que hay, en la catalogación sobre todo, ciertas modalidades que suponen trabajo en serie, esto de ninguna manera debe suponer un modelo trabajador bibliotecario sin efectiva autodeliberación y autoreflexión. Su tarea, por lo tanto, sin ser la única posibilidad que se tiene que presentar en este caso, el bibliotecario humanístico es algo que debe intervenir seriamente en la formación de los bibliotecarios.


Esta es el aula de una escuela de bibliotecarios. El programa de esta escuela tiene que adquirir aún mayor nivel, eso es evidente. También el de la Facultad de Filosofía y Letras tiene que adquirir un mayor nivel. La sorpresa que produce la revolución tecnológica y la manera en que los nuevos software operan la consulta y la distribución de la gestión entera de la biblioteca, no deben encandilar; en relación a que a veces se escucha a veces a bibliotecarios que tiene de la tecnología solamente la jerga. Esto no puede ser una jerga. Incluso es mejor no hablar ninguna jerga y percibir claramente al punto de vista de la existencia de los grupos sociales qué significa la inclusión de las nuevas tecnologías, que no lo sean a título de una nueva dependencia respecto a centro de dominio de toda la información mundial.


Por eso la fórmula del trabajador social de la información (perdóneme la compañera que lo dijo) no me satisface enteramente. Por supuesto hay que tener una dimensión de trabajador social. No me cabe la menor duda. Yo a veces veo a las chicas del mostrador del quinto piso, y hacen una tarea rutinaria y son bibliotecarias. Tampoco corresponde, pero no hay muchas fórmulas en esta quebrada administración pública, destruida administración pública – le cabe a la biblioteca también esto- que recupere, libere y emancipe a los trabajadores eso es algo que hace a la condición de trabajador social del bibliotecario. Pero también lo es el médico y también lo es el cerrajero. De modo tal que sean oficios privados o públicos, difícil es desligarnos de nuestra condición de trabajadores sociales y difícil desligarnos del mundo de la información. Pero esa definición no abarca solo la tarea bibliotecaria. Tiene que ser algo más, porque si no el mundo de la información a veces es un mundo falsamente democrático. No es un mundo democrático el de la información que promueven las grandes empresas de información que se someten a consignas de guerra, a consignas de explotación.


Sumergirse en el océano indiferenciado de la información sin utensillos de búsqueda de investigación y reflexión adecuados que lo dan la tarea filosófica, la tarea humanística y el bibliotecario debe recoger esas tareas, es llevar a los educandos, al lector, investigador, a que sean meros productos de los grandes engranajes donde se definen las hegemonías culturales y el dominio de las culturas de las naciones a través de las grandes fábricas de información, fábricas inmateriales que dominan la conciencia universal.


Por eso las bibliotecas deben ser lugares de la lucha emancipadora en ese sentido. Esa es mi posición. No encuentro que esta Biblioteca Nacional lo sea en este momento. La gravedad de su problema sindical; los tres sindicatos y los dos que están permanentemente en pugna, no dejan mucho espacio para construir una biblioteca nacional, esa es la verdad. Yo soy absolutamente partidario de la vida sindical. Pero no de una vida sindical trabada en términos alienados que impida que una institución adquiera autonomía. Muchas veces la vida sindical en su razón de ascenso a los extremos, por motivos que hacen a la lógica interna de cada comisión sindical, pueden arrastrar una institución.


Por los tanto concibo a los bibliotecarios, también como custodios de la historia de la institución bibliotecaria y del saber bibliotecario. En fin, no concibo la bibliotecología sin filosofía y sin ciencias sociales. No la concibo también sin política. Pero no con cualquier política. Con una política que suponga recrear en vínculo del bibliotecario con el lector, del bibliotecario con el investigador; y por lo tanto que haga de todo bibliotecario un referencista. Y si al bibliotecario le toca ser catalogador, que también considere el libro como un personaje vivo de la cultura. Los nuevos sistemas de catalogación (que seguramente con el tiempo serán implantados e todo el mundo) también son una forma de dominio universal que hay que tomarlo con cuidado. El RDA/RCAA, por ejemplo, que al considerar al libro solamente como un ítem, está haciendo de agente evangelizador de la desaparición del libro. Eso tampoco podemos tolerarlo.


El libro con cualquier formato no va a desaparecer. Pero hay fórmulas del libro, por ejemplo el Kindel decidió arbitrariamente suprimir una de las versiones que vendía que es la novela de Orwell, 1984. Con sólo una operación técnica suprimió del libro electrónico uno de los libros que contenía. Eso es un indicio de que algo hay que desviar del modo en que se está dando la revolución tecnológica. No para interceptarla, no para obstruirla, no para volver a épocas donde evidentemente no podemos suponer nunca que hubo épocas mejores sin las maravillas tecnológicas de las que gozamos, y al mismo tiempo hay profesiones destinadas a investigar estas maravillas tecnológicas. La del bibliotecario es una de esas profesiones. No para rechazar nada, sino para hacer lo que la cultura siempre reclama que es hacer las grandes fusiones entre las grandes tradiciones culturales y las tecnologías.

La tecnología, la tekné, no es otra cosa que el saber humano sedimentado, cristalizado y convertido muchas veces en rutina. Pero la mayoría de las veces, en un saber acumulado que ahorra tiempo y ahorra esfuerzos a la humanidad. Pero puede generar dilemas que es necesario también saber conjurar.


En los años que estoy en la Biblioteca Nacional, hasta que venga un bibliotecario a dirigirla ¡escuché bien lo que han dicho! (risas). Eso puede pasar, pero no sin condiciones. Es cierto que no sé porque tenga que ser político o no. No propongo que tenga que ser político; yo no lo soy. Lo que me parece que para funcionar la idea del bibliotecario en la dirección de la biblioteca nacional, también hay que estar inmerso en la historia misma de la Biblioteca Nacional y hay que leer con atención el gran texto fundador de la Biblioteca Nacional, escrito por Moreno que es un texto de guerra. Por lo tanto, primero no hay que asustarse de ese texto. Hay que saber que ese texto escribe la fundación de la Biblioteca en un momento tormentoso y tempestuoso como era 1810 y como no deja de ser hoy. Se parece mucha a esta época.


El bibliotecario que le toca el mostrador (hablo por lo que sé de esta biblioteca, por más que también supe de la Bibliotecología junto a Josefa Sabor y Roberto Juarroz con los que trabajé cuando era un joven estudiante; o sea no me es ajena la ciencia de la Bibliotecología). Pero lo que sí aprendí de ella, que lo aprendí de esta casa, es que los sistemas laborales del Estado son sistemas laborales que hay que emancipar; y con el tipo de sindicalismo que hay hoy e el Estado, no es fácil esto. Sindicalismo que debería ser el primero que emancipe la idea del trabajo; que brinden mejores instrumentos de trabajo y que convoquen a la emancipación del trabajo con la prudencia que es necesaria, con un sindicalismo de alto nivel, como todo sindicalismo del Estado. Sin embargo no puede ser parasitario de prebendas, como en general es el sindicalismo estatal. No quiero extenderme mucho en esto, porque estoy bajo la impresión de un eventual conflicto que de tanto en tanto se desata en la Biblioteca Nacional, cuyo trasfondo tiene motivos justos, porque efectivamente el salario está garantizado pero hay suplementos salariales y demás que en este momento el Estado está con dificultades de pagar. Es un Estado con dificultades, por lo tanto acepto y justifico cualquier medida de fuerza, pero al mismo tiempo tengo el derecho de criticar el modo en que los sindicatos no tomen como especificidad el problema de biblioteca, política, financiamiento público y reformas de las bibliotecas públicas.


Entonces el texto de Mariano Moreno trata todos esos temas, no trata el tema sindical, obvio; pero trata los temas de los cuales se pueden desprender éticas y enseñanzas para el bibliotecario. El hecho de que la Biblioteca cumpliera un papel educativo, sea como sea, eso no hay que abandonarlo. La relación entre educación y biblioteca. El artículo de Moreno que sale en La Gaceta el 13 de septiembre de 1810 se llama “Educación”; porque el Colegio San Carlos, el posterior Nacional Buenos Aires, estaba destruido por la guerra. Ahí estaban las tropas del Regimiento Los Patricios, que son los que cargan los libros. Paradójicamente la mudanza de la calle México a la Biblioteca en esta sede lo hizo también el Regimiento Patricios.


Esto que quiere decir: que efectivamente institución pública en medio de otras instituciones públicas sólo puede ser una institución problemática. ¿Sólo por estar en el Estado? No; también las bibliotecas de la CONABIP son problemáticas. Son bibliotecas laboriosamente subsidiadas. Hoy con buenos proyectos de subsidios que implican deliberación autónoma por parte de cada bibliotecario del interior que puede hacer su compra de libros. Pero no hay autonomía perfecta. En la Feria del Libro no hay totalmente una autonomía en medio de los juegos de mercado de las grandes editoras, de Microsoft; grandes editoras tanto de tecnologías como editoras de libros.


De modo que el modelo de lector y el modelo de investigador nuevo lo tienen que construir también los bibliotecarios. Los bibliotecarios no son sujetos pasivos en una cadena de consultas donde al final alguien dice “tal libro” y, en medio del cumplimiento de un horario fatigoso y con un salario que es malo, se cumple con una terea vocacionalmente corroída.

Esto no debería ser así. Yo digo la resurrección y el replanteo de la profesión bibliotecaria en términos de también plantear el mercado del libro; qué fuerza de juego hay en el mercado; qué significa el Instituto Nacional del Libro, que también sería una creación para que las fuerzas de lo público intervengan en la creación del mercado lector. Todo eso está sometido a mucha brutalización. Los libros que se dan en clase, los textos de lectura oficial. El gremio bibliotecario debe intervenir también en eso. No debe ser un apéndice de las compras de software, como muchas veces uno correría el riesgo de convertirse, ni debe ser un apéndice de la lista de best seller manejada por las editoriales. Como finalmente, a pesar que el mercado interno argentino es fuerte y las editoriales argentinas se recuperaron; sin embargo la mayor parte del mercado está manejado por tres o cuatro editoriales españolas que dependen de una alemana que es la Bestellman, de modo tal que eso también hay que saberlo.


Sin saber historia de la edición en la Argentina, historia del periodismo en la Argentina, me parece que es difícil recrear la profesión del bibliotecario; que es una profesión que el Estado y las grandes agencias de creación de tecnología han adosado y han absorbido de una manera casi hasta destruir sus cimientos profesionales más elocuentes que yo los veo del lado de la gran tradición humanística, sin la cual no se puede participar plenamente de las revoluciones de esta época. Me refiero a la revolución tecnológica, cuyo nombre toma de todas las revoluciones que se hicieron en la historia de la humanidad.


Esta Biblioteca Nacional tuvo grandes directores, sobre todo uno: Paul Groussac, que me parece uno de los directores más importantes porque unió su saber bibliotecológico sin ser bibliotecario, porque también toda profesión debe resguardarse de que no se encierre en su titulación, su certificado. Mi mamá era bibliotecaria (perdón por decir algo personal) y yo aprendí a leer libros que no me daban en la escuela de mi barrio Villa Pueyrredón, que estaba a dos cuadras de casa y era una biblioteca vecinal. Que la había hecho el vinero de la esquina que fraccionaba vino porque se vendía vino en damajuana; y mi mamá era la bibliotecaria. No sabía qué era la bibliotecología. De modo tal que ese personaje barrial hay que recuperarlo también. En el profesional bibliotecario que hoy debe lidiar con las grandes tecnologías, no puede dejar de haber esa bibliotecaria en su conciencia última. Eso me parece también que es necesario saberlo (lo mismo para los maestros o los profesores). Lo digo en mi caso también. Yo como director de la Biblioteca Nacional no dejo de ser el trabajador social que fui siempre. Eso también debe ser tenido en cuenta. Discúlpenme si interferí algo que acá dijo la compañera. Entiendo lo que usted dijo y lo comparto.


Quiero contar otra anécdota; acá bibliotecarios del antiguo Consejo Asesor hicieron una estructura que tenía su deficiencia, pero tenía una grave además de otras y es que le cambiaba el nombre de Hemeroteca por el de Oficinas de Publicaciones Seriadas. Bueno es un nombre técnico, pero (eliminar)el nombre Hemeroteca es perder mil años de historia. El nombre hemeroteca quiere devenir publicaciones periódicas, está bien; pero porque no decirlo en griego; cuál es el problema que tenemos, si eso engrandece la profesión. No nos quita nada y nos agrega la historia. Entonces para qué ser modernos insípidos si podemos ser modernos respetando las grandes corrientes del pasado.

Tiene que resguardarse el alto nivel. Yo creo que es correcto aspirar a dirigir la Biblioteca Nacional por parte de cualquier bibliotecario. Y cuando la profesión bibliotecaria argentina esté madura eso sí se va a lograr. Yo personalmente no me considero usurpador, pero sé que estoy en un lugar que algunas ves merecerá un bibliotecario argentino. Eso necesariamente tiene que pasar, pero ese bibliotecario argentino tendrá que tener algo de Groussac, algo de Borges; pero no se le exige escribir como nada, pero tiene que tener algo del espíritu universalista y del espíritu político que también tuvo Borges, compartiendo o no su idea política. Yo personalmente no la comparto, pero sé que estamos en la casa del máximo escritor de lengua castellana de los tiempos modernos. Eso pesa. Al que no le pesa la presencia de Borges en la Biblioteca Nacional, no sabe en qué biblioteca está. Y lamentablemente en la Biblioteca Nacional a muchos trabajadores eso no importa; y peor: para muchos bibliotecarios y bibliotecarias eso no importa. Eso no puede ser. Me parece que los nuevos síntomas de agrupamiento de los bibliotecario/as argentinos debe tener en cuenta el peso que tiene la historia en esta antiquísima profesión. El que guarda libros y los da a leer, pasó por los sacerdotes, los copistas medievales, los que tallaban arcilla, los que escribían en los rollos: hay mucha historia en esta profesión. Hacer justicia a esa historia no significa no ser moderno, al revés: ser moderno significa hacer justicia a esa historia.

Cuando viene una bibliotecaria de la Library of Congress es necesario discutirle más de igual a igual. Yo escuché acá en la Biblioteca la expresión de Bárbara Tillett sobre de la RDA/RCAA. Me parece interesante, pero es un sistema de catalogación que no declara los débitos filosóficos que tiene, que son enormes. Toda la filosofía contemporánea está puesta ahí en relación ala generación de categorías, la integración de ítems, el libro como manifestación. Toda esa terminología, es de algún modo usurpada por la revolución tecnológica que usurpa terminología de todos los campos del conocimiento. Exportar, importar provienen de la economía; el soporte de la arquitectura. Es decir, todas las terminologías son juegos de metáforas que son conociemitos heredados. Los que tiene esta revolución tecnológica, que como lo digo es maravillosa pero demasiado rápida, por lo tanto no tiene su lenguaje preparado y el que tiene es tomado de todas las artes y todas las ciencias. El lenguaje que hablan los expertos en informática es ese lenguaje. Por lo tanto la información llamémosla drama del conocimiento. El conocimiento es un drama. Y a la tarea del bibliotecario, cualquiera que sea (en su sindicato, sus agrupaciones, en el modo en que se hace gremialismo) debe tener un horizonte de discusión; una unidad que casi es perfecta que creó la civilización, y que es el libro. No nos pongamos a luchar por el libro porque el libro se defiende solo. Y va a convivir con las nuevas tecnologías. Cuando haya una mayoría de usuarios del libro electrónico, que los habrá…. Ya en la Feria de Frankfurt el 35% de la venta fue de libros electrónicos ¡es mucho!. En la próxima será la mitad y después será más que el libro en papel. 


Peor este no va a desaparecer. El libro en papel hace a la experiencia sensorial de la humanidad. ¿Cómo va a desaparecer una experiencia olfativa, táctil, visual de esa índole? Por lo tanto eso no puede desaparecer. Leer no es sólo una operación que la electrónica satisfaga. Puede complementarla. Puede incluso dotar un ambiente de una atmósfera de mayor información o conectividad, como se quiera decir. Pero sin la pregunta adecuada, que puede ser una sola y sucinta: ¿quién soy yo cuando leo?. Simplemente ¿quién soy yo?. Eso hay que saberlo para crear y generar y educar más bibliotecarios en la Argentina, que sabiendo esto sean a su vez educadores. Ese texto de Moreno es un texto impresionante. Cita a Tolomeo Filadelfio, que era el gobernante en la época de la Biblioteca de Alejandría; y como es un texto de la Ilustración, es un gran escrito de Moreno. Moreno dice que de esa Biblioteca, Tolomeo Filadelfio si no cumpliera su cometido de ilustración pública debía servir para alimentar la caldera pública de Roma o de una ciudad. ¡Es muy terrible decir eso!. La idea del incendio de las bibliotecas, salvo que lo haga un ejército de ocupación como el norteamericano en Irak, no nos cabe en la cabeza; que se incendien las bibliotecas. No queremos que se incendien bibliotecas. La imaginería, el grado de inconsciencia radical que tiene la idea que se incendie la catedral, las bibliotecas, como si el fuego fuera purificador es una idea que por un lado no la debemos alimentar, y por otro esa idea existe. Es el riesgo de cualquier profesión, que se incendie lo que queremos. ¡Y Moreno lo escribe! Es tan radical el texto de Moreno…”si no sirve para la ilustración pública, mejor que esto no exista”. Yo no sé si debiéramos ser tan radicales. Porque la biblioteca modesta de barrio, que a lo mejor está ahí durmiendo con lindísimos libros de otras épocas como cuando había concejales socialistas que repartían “El crimen de la guerra” de Alberdi en las bibliotecas. Está durmiendo el libro ahí. Yo no le diría lo que dijo Mariano Moreno en su extrema jacobinismo (que no lo fue siempre Moreno. Moreno es un personaje muy contradictorio.) “entonces incéndienla”; diría “esperemos, ya va a aparecer el lector”.


La Biblioteca en la Argentina por la vía de Moreno son la revolución social en la Argentina. Por la vía de Sarmiento, también son eso: La CONABIP. Uno dirá… las bibliotecas de la CONABIP está con bibliotecarios más ociosos, a la espera, o que viven del subsidio y nada más. Bueno, está a la espera. Vendrá otro. No hay por qué no hacer nada con esa biblioteca que no sea despertarla. No hay que castigar ninguna biblioteca. Pero digo esto porque Moreno escribe algo terrible. Hay que saber que el fundador de esta biblioteca escribió algo terrible, en su impulso juvenil: no tenía más de treinta años, y estaba inmerso en la tarea de formar un ejército; y además firmó una orden de fusilamiento que no es fácil para ninguna persona en la situación que fuera. Por eso son textos duros, radicales los textos de la biblioteca. No es el saber almibarado de la señora Bárbara Tillet. Porque es la predicadora de la civilización norteamericana. Lo digo con respeto. Es la civilización de la reforma protestante que se fusiona con el mundo de las bibliotecas. Nuestras bibliotecas surgen de la Ilustración y no del Calvinismo, del Luteranismo. Aclaro que digo esto sin ningún condicionamiento a la idea que sea. No tengo ningún prejuicio, pero tiene una marca cultural que no es la marca cultural argentina. Son bibliotecas populares, no confesionales, y las confesionales que hay, algunas muy buenas, y esta no es una biblioteca confesional, es una biblioteca laica. Sin embargo, la disputa entre la tradición confesional y la tradición laica siempre fue muy vigorosa en la biblioteca. ¿quién fundó la Biblioteca? Ese escrito no está firmado. Y Martínez Zubiría mientras fue director de la Biblioteca Nacional hizo una tarea ímproba para retirarle a Moreno el papel de fundador del Biblioteca Nacional y colocarlo en el bibliotecario (importante bibliotecario) que durante los diez años siguientes a la revolución dirigió la Biblioteca. Era un sacerdote; un sacerdote ilustrado, un sacerdote también patriótico porque era un sacerdote de la revolución. Pero un sacerdote que escribió un tratado de lógica en latín, un sacerdote culto de la época: Chorroarín. Que intentó traer colonias alemanas a la Argentina en la zona de la agronomía. No era una figura carente de importancia pero desde el punto de vista bibliotecario un poco estrecho para los reglamentos de la biblioteca. Se parece algunos reglamentos que hay hoy. Reglamentos tacaños, egoístas. No era así Moreno. Sí esta biblioteca no la hubiera fundado Moreno, sería una biblioteca mucho más pobre, mucho más tacaña; y a lo mejor tendría menos problemas. Tiene tantos problemas que es una biblioteca de la gran tradición argentina. Es la tradición de la disputa por las instituciones. En eso no me aflijo, yo también disputo por las instituciones. Entonces hasta el año 30 y 40, la disputa por quién fundó al Biblioteca estuvo activa en la Argentina. Nosotros la declaramos Morenista. Sabiendo la que estamos diciendo cuando la declaramos Morenista. La Biblioteca Nacional, haya estado quién haya estado, indudablemente seguía la línea de toda la discusión política de la época. Todas las líneas de debate de la época. Sacerdotes de la época de Rosas y sacerdotes de la peor burocracia eclesiástica; hombres ilustrados y no necesariamente los mejores hombres ilustrados: desconocedores de la vida popular. Elitistas, fuertemente elitistas muchos de ellos. Otros grandes eruditos, como Trilles. Un buen organizador de bibliotecas como Vicente Quesada. Un novelista mediano imitador de Víctor Hugo, como José Mármol hasta que llegó Groussac que es un personaje del conservadurismo ilustrado; sospechoso personaje por sus funciones políticas y un vanguardista en términos de Bibliotecología y de conocimientos filológicos y que puso a la Biblioteca Nacional en el lugar de la discusión pública. Se animó a decir que el Plan de Operaciones de 1810 no estaba escrito por Moreno, y muchas polémicas de gran interés que hacen vivir a una biblioteca. Si el bibliotecario no participa de esas polémicas también mueren las bibliotecas. Entonces hoy intentamos desde esta Biblioteca Nacional hacer algo parecido. Participar de las polémicas públicas pero no como en la época de Groussac que no había ni radio ni televisión y las discusiones pasaban por una biblioteca; hoy no. Pero qué vamos a hacer si es más importante un programa de televisión que una biblioteca. ¿Traer el programa de televisión a la biblioteca?, ¿hacer cómo hace el ministro de educación e imagina que se pueda discutir la epistemología del futbol, para que la sociedad argentina sepa cuál es el valor epistemológico de ese triunfo? No me parece tan interesante eso. La biblioteca se deja llevar por los tiempos; choca a los tiempos. Y tiene una posición minoritaria el bibliotecario; pero los esfuerzos por asociar a la biblioteca con la lógica mediática no los veo muy justificados. Hay que mantenerse en la crítica a los medios. Disputar con ellos, saber convivir con ellos. Ir a los medios cuando llaman, y al mismo tiempo tener medios propios. Hacer publicaciones, tener una línea editorial. En este momento la Biblioteca Nacional es una importante editora de cien títulos publicados en todo el acervo clásico argentino. ¿Hay que hacer eso o no en una biblioteca?

A mí me costó una dura polémica hacer entender que la Biblioteca sea también un centro de edición. Y esa polémica continúa. Una biblioteca nacional no puede no tener un piano y no puede no tener conciertos. Y no puede no tener una línea de edición de los grandes clásicos argentinos. Y con eso disputaremos a los grandes centros de comunicación y trataremos de hablar con ellos también. Quizá en una revolución digital la biblioteca pueda tener su propio canal de televisión. Pero hay que hacer un canal de televisión nuevo. No hay que repetir a los que hay. Ni a TN ni a canal 7. Hay que hacer canales nuevos.

Entonces para mi es un desafío de la profesión bibliotecaria; síntoma mismo del modo en que una profesión que fue interrogada por la revolución tecnológica, como lo está siendo y que debe responder a la altura de ese interrogación y que a diario pone al bibliotecario éntrela espada y la pared. Y que a muchos nos confina a atender eternamente al público.


Está mal eso. Es digno atender al público, pero hay que recrear eso. Acá evidentemente no lo pudimos hacer o los condena a la cinta de montaje, la catalogación estándar. Está bien catalogar, hay que hacerlo; pero de un modo tal que la participación en las discusiones, e incluso buscar nuevas soluciones catalogatorias adecuadas a la situación de cada biblioteca, yo creo que eso es un gran desafío de este profesión

Y las profesiones interrogándose a sí mismas sin perder su raíz histórica, sin la menor duda reviven.
(Aplausos)

Norma Cancino: Horacio antes de que se valla queríamos agradecerle porque cuando nos conocimos en La Matanza (no se si se acuerda) comentamos del tema de los bibliotecarios y la falta de espacio político. Y usted respondió muy bien a Tomás y a Marcel que habíamos propuesto la posibilidad de contar común espacio para discutir cuestiones que tuvieran que ver con posicionamientos políticos que los bibliotecarios no estamos acostumbrados como colectivo a tener. Hoy planteaba Marcel que los bibliotecarios no tuvimos posicionamiento frente a ley de medios (…)
HG: También ésta Biblioteca no supo como participar de ese debate. Porque la ley de medios es una ley sobre el derecho de autor, la propiedad intelectual y sobre los archivos. En principio la Argentina es un desastre en materia de archivos, bibliotecas y su relación mutua. El archivo histórico está un lado, la biblioteca por el otro. No digo que haya que fusionarlos, ni siquiera que tengan una misma dirección. Pero una está en el Ministerio del Interior, otra en el de Cultura. Que no haya ninguna comunicación y al mismo tiempo que no haya una comprensión de lo que pasó cuando todo lo que era del archivo de manuscritos de la Biblioteca Nacional, que era un archivo formidable, pasó todo al Archivo Histórico de la Nación con una idea de homogeneizar instituciones. Tampoco tienen que ser homogéneas. Una institución tiene que tener parte de la otra. No hay una cuchilla que diga este es el archivo. Como en la catalogación; eso bien lo había dicho Groussac. Hay una incerteza en la catalogación, esa es la lección de Borges. Hay algo que resiste siempre a la catalogación. Gracias a ese puntito que resiste todo lo demás puede ser catalogado.


Entonces la ley de medios era muy importante y todos los que la hicieron se olvidaron de las bibliotecas. No se olvidaron de los archivos porque todo el material grabado que colectan la CONFER, una copia va para el depósito legal al Archivo General de la Nación. Nosotros fuimos a hacer esa gestión pero la Ley ya estaba siendo debatida, y las autoridades del CONFER consideraron que si se volvía a discutir, caía toda la ley y ya no cayó pero las dificultades que tiene son conocidas.





De todas maneras todos nos quedamos dormidos frente a esa ley que atañe a las bibliotecas y a los archivos y que trata del depósito legal, propiedad intelectual, y los nuevos derechos de propiedad de las obras. No sabemos mucho sobre eso. Ni podemos ir a una ley de comunicación nueva que obstaculice la libre circulación de los bienes culturales, ni podemos desconocer los derechos de autor. Tenemos de democratizarlo, socializarlo. También los autores no querrían diluirse en una especia de trama informática… Como resultado de eso las organizaciones que existen en Europa y en Argentina, como ser CEDRO en España y CADRA en Argentina, encaran a mi juicio de una manera un poco despótica la cuestión de aceptan que el autor muere en la lógica comunicacional contemporánea, pero revive con un sistema de impuestos que pasa por las bibliotecas públicas, donde cada consulta (en España está ocurriendo eso) se cobra. Entonces es la muerte del lector también. No lo paga el lector, lo paga el Estado. Pero de todas maneras el acto de lectura que es una acto emancipado, que sea pago por quien sea, subsidiado por el Estado, no lo veo como un buen subsidio. Quita algo al acto de leer el subsidio estatal, que va a parar a las agencias recaudadoras: la CADRA, CEDRON. Que después reparten a los autores, a quienes se los mata desde un sentido informático y después reviven a través de una drástica imposición impositiva.
Ese es un tema del que sabemos poco y la Argentina tiene una legislación que recién comienza a regular este tema y la prueba es que los bibliotecarios y esta Biblioteca Nacional, quedaron al margen de esta ley de medios, que es una ley que atañe a la lógica bibliotecaria, la consulta de libros y la información en general".

1. Desgrabación de la charla brindada por González durante la 1ra Reunión de la Corriente.